Una alfombrilla de ciclismoLa badana ciclista, también conocida como "chamois" o "bikepad" o "Fondello" (italiano), "Gamuza" o "Badana" (español), Peau (francés) es un inserto protector que se aplica en los pantalones cortos de ciclismo con el objetivo principal[1] de proteger la ingle de la fricción del contacto constante y prolongado con el sillín. Las badanas ciclistas se desarrollaron a principios del siglo XX y se fabricaron exclusivamente con piel de ciervo hasta la década de 1980, cuando se introdujeron los tejidos técnicos, que permitieron mejorar el rendimiento.
Las primeras badanas de ciclismo moldeadas térmicamente de alta tecnología datan de principios de la década de 1990; las inserciones de gel también hacen su primera aparición y se utilizan además de las espumas de poliuretano para mayor comodidad.
No es hasta el año 2000 cuando la badana se fabrica con una tecnología elástica, que permite que el acolchado se mueva con el cuerpo del ciclista. Esta tecnología actúa como una interfaz elástica entre el cuerpo del ciclista y el sillín, y son estos escasos centímetros cuadrados los que están sometidos verticalmente al peso y la presión del cuerpo. Por este motivo, es esencial que una badana de ciclismo sea capaz de proteger el cuerpo de la compresión que éste ejerce en contacto con el sillín y de las rozaduras en la zona interior de la pierna, debidas a los miles de pedaladas y revoluciones que un ciclista realiza durante un entrenamiento normal.
La badana es el componente más importante de todo el culotte. Sus funciones son:
- Protegen el cuerpo del ciclista, cuyo peso ejerce una presión vertical sobre el sillín, proporcionando la máxima protección, especialmente a nivel perineal e isquiático, además de ofrecer el máximo nivel de confort posible. De este modo, el deportista puede centrarse y concentrarse en su pedaleo en lugar de soportar las molestias y dolores molestos que pueden surgir debido a la compresión continua sobre una superficie limitada como es el sillín de una bicicleta.
- Proporcionar protección para evitar las rozaduras debidas a los golpes de pedal. Un atleta puede contar fácilmente una media de 100 pedaladas por minuto, con un total de 18.000 revoluciones en tres horas.